News - Historia de superación

Gracias a ti mi apoyo, mi sostén y mi empuje

Quienes están a nuestro alrededor, nos sostienen, apoyan, levantan y arrastran si es necesario para que sigamos caminando.

Hoy 19 de octubre día internacional del cáncer de mama, deseo poner el foco en toda esa red de seguridad que nos sostiene a las pacientes y que es tan vital como el respirar.

Afortunadamente vivimos en un momento en que el cambio se siente, percibe, aumenta y todo en positivo. Cáncer ya no es sinónimo de “desahucio”, los tratamientos no son un “Purgatorio en vida”, se ha entendido e interiorizado que no hay nada de qué avergonzarse ni qué ocultar y por fin dejamos a un lado los eufemismos utilizados para evitar nombrarlo, como si del propio Bitelchus se tratase, no vaya a ser que por decir “cáncer” éste irrumpiera en nuestras vidas.

Talleres de pañuelos, maquillaje, terapia psicológica, productos cosméticos para minimizar en lo posible el impacto del tratamiento en la piel, prótesis, pelucas, postizos de pestañas, microblading de cejas, Asociaciones como la AECC, grupos de ayuda, libros, vídeos, podcast e incluso testimonios en primera persona. Se ha creado un “engranaje” entorno a la paciente que se encuentran en el “proceso de sanación”, como me gusta llamarlo, cuyo objetivo es el de facilitar este viaje que se inicia. Engranaje que hemos de agradecer y valorar sinceramente, pero que es incompleto y es donde hemos de poner el foco, puesto que se centra únicamente en “la paciente”.

historia cáncer

«Quienes están a nuestro alrededor, nos sostienen, apoyan, levantan y arrastran si es necesario para que sigamos caminando»

 

Indiscutiblemente, la paciente es la protagonista, pero… ¿Qué película existe sin actores y actrices secundarios y de reparto? De hecho, infinidad de largometrajes son maravillosos y muy galardonados gracias a estos “actores y actrices”, ahí tenemos a Melita en “Lo que el viento se llevó”, sin ella, Escarlata hubiera sido una malcriada sin más y no la mujer que a fuerza de coraje, valentía y esfuerzo supera lo insuperable y crece por el camino.

Tras terminar mi tratamiento hace dos años, con la perspectiva que da la madurez de haber transitado este camino y las vivencias adquiridas gracias a él, soy consciente de cuánta sombra proyecta nuestra luz y lo injusto de ello. 

Quienes están a nuestro alrededor, nos sostienen, apoyan, levantan y arrastran si es necesario para que sigamos caminando, viven en la incertidumbre porque desconocen realmente cómo estamos, sentimos o pensamos, han de “fiarse” de lo que les digamos, y “no se cuenta con ellos porque lo importante somos nosotras”. Es más, cuando pones en valor su comportamiento o gestión durante el proceso, la respuesta automática es “¡faltaría más!”. En ese momento, no puedo por menos que asombrarme, ¿acaso son responsables del cáncer?, ¿de cómo mi cuerpo responda ante el tratamiento?, ¿de mi estado de ánimo?, ¿de mis miedos?… ¿Acaso son una aleación de titanio y acero sin sentimientos?, ¿no tienen ellos sus propios temores, su propia rabia o su propio desánimo? Por si fuera poco, además han de bandear la montaña rusa emocional que tienen al lado, sin “molestarse”, sin “sentirse superados”, sin derecho a “estar mal” y sobre todo sin queja alguna porque “bastante tiene la pobre”.

Esa red tejida con el cariño, la paciencia, el amor, la comprensión, la incertidumbre, el miedo y la esperanza de quienes nos sostienen y dan aliento, ha de ser cuidada y ha de ser parte de todo este maravilloso “engranaje” que se ha formado para sobrellevar el proceso de sanación; sintiéndose parte activa y vital de ello, como en todos los demás aspectos de la vida que se comparten. Han de tener sus espacios, sus momentos, sus ayudas, ha de tenerse en cuenta sus temores, sus dudas, su derecho al enfado y a su llanto… 

¡GRACIAS a mi red de seguridad y a las de cada una de mis compañeras, este logro también es vuestro!

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